Verán, a mi edad ya tengo unos cuantos conocidos y amigos con el corazón roto.

No, no hablo en sentido figurado ni de amores, hablo de corazón infartado.

Plenamente conscientes que la vida les ha dado una oportunidad, han aprovechado el susto para hacer un cambio radical en sus hábitos y estilos de vida.

Han eliminado de su dieta alimentos nocivos, consumos tóxicos y han incorporado el ejercicio físico. Han rejuvenecido y militan en la vida sana mientras intentan que nos añadamos.

¿Y a qué viene esto? Dirán. Intentaré explicarme.

La crisis sanitaria del COVID19 nos ha parado en seco durante unas semanas.

Hemos tenido tiempo de asustarnos ante la incerteza, de sufrir por los enfermos, de llorar los difuntos.

Tiempo de preocuparnos por los muchos puestos de trabajo y no pocos negocios que se perderán. Tiempo para conocer mejor aquello que nos rodea y a nosotros mismo.

Tiempo también para evidenciar que cuando la actividad humana se paraliza, la naturaleza toma posesión.

Recuerdo como de impactantes eran las imágenes que llegaban de todo el mundo. Una parada Venecia lucía los canales con agua cristalina, Los animales invadiendo zonas habitadas, costas purísimas y cielos transparentes.

El satélite Sentinet-5P detectó una caída en las concentraciones de dióxido de nitrógeno en el norte de Italia en los meses de febrero y marzo y hay quien hasta ha calculado que la reducción de contaminación del aire en China salvará en un futuro cercano la vida a miles de niños y ancianos.

 (Muy interesante: El inesperado efecto del COVID-19 en la contaminación)

Y si fuera la oportunidad para concienciarnos cómo afectan las extracciones, la deforestación, la contaminación de los carburantes, las toneladas diarias de basura?

Y si fuera el momento de implantar nuevas formas de trabajar, de consumir, de conservar nuestro ecosistema?

Era necesario infartarnos tan traumáticamente para darnos cuenta del daño que le causamos a nuestro hábitat? Era necesario constatar que cuando el mayor depredador se retrae la naturaleza de recompone rápidamente?

Personalmente opino que Gea ha sido extremadamente cruel en su mensaje, pero me temo que hasta la fecha no la habíamos escuchado mucho.

 

Les dejo con las imágenes que han inspirado estas líneas.

Hechas por Marta @mmaserasf durante su primer paseo en semanas, las compartió en Twitter. Me impactaron por su sencillez y cotidianidad y por el contundente mensaje que las acompañava:

“un mes que no salimos a destrozarlo todo… y la naturaleza está eufórica”

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